Una nueva era comenzaba, tras el diluvio y la desazón,
Noé y su prole, en un mundo renacido, hallaron redención.
Dios, en su infinita sabiduría y amor, les otorgó bendición,
Y les encomendó llenar la tierra, con vida y devoción.
Sed fecundos y multiplicaos, y llenad la tierra de nuevo,
En vuestras manos, ahora reposa el futuro y el anhelo.
A los animales os entrego, para que sean vuestro sustento,
Mas respetad la vida, y no derraméis sangre sin fundamento.
Así habló el Señor, y un pacto eterno estableció,
Con Noé, su descendencia, y toda criatura que sobre la tierra vivió.
Un arco iris en el cielo, como señal inquebrantable,
De una alianza divina, perpetua e inalterable.
Mi arco he puesto en las nubes, como signo y promesa,
Que nunca más un diluvio, la humanidad entera perecerá.
Cuando veáis el arco iris, recordad mi amor y fidelidad,
Y sabed que mi gracia y misericordia, son eternas en verdad.
Oh, arco iris celestial, mensajero de esperanza y perdón,
Reflejo de la gloria de Dios, en nuestra vida y corazón.
Que tu luz nos guíe y proteja, en los días de tormenta y aflicción,
Y nos recuerde la promesa divina, de un amor sin condición.
Así, Génesis 9 nos enseña, el valor de la fe y la confianza,
En un Dios que renueva y restaura, en medio de la desgracia.
Que nuestras vidas sean un arco iris, lleno de amor y gratitud,
Y reflejemos en cada acto, la promesa de un futuro en plenitud.
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