En los tiempos antiguos, cuando la tierra era joven,
Cuatro reyes poderosos, en guerra se enfrascaron.
La llanura de Sidim, fue el escenario de su lucha,
Y en medio del conflicto, una historia de fe se escucha.
Abraham, el hombre elegido por Dios, en Canaán habitaba,
Y junto a él, su sobrino Lot, en Sodoma moraba.
Mas las ciudades rebeldes, al yugo no se sometieron,
Y cinco reyes desafiaron, la tiranía que padecieron.
El choque de espadas y escudos, resonaba en el valle,
Mientras el polvo y la sangre, se mezclaban en el calle.
Los reyes victoriosos, saquearon las ciudades caídas,
Y en su huida, a Lot y sus bienes, llevaron enseguida.
La noticia llegó a Abraham, como un golpe al corazón,
Y sin dudar ni temer, se puso en marcha con su legión.
Trescientos dieciocho hombres, leales y valientes,
Acompañaron a Abraham, en su misión diligente.
Bajo el manto de la noche, atacaron con sigilo,
Derrotando a los enemigos, y rescatando a su pariente.
Y en su regreso triunfal, el sacerdote Melquisedec,
Bendijo a Abraham, y alabó a Dios, en su nombre perenne.
Oh, hijos de la fe, aprendamos de Abraham y su lucha,
Que en la confianza en Dios, está nuestra fortaleza y escucha.
No temamos las batallas, ni las pruebas en nuestro caminar,
Pues el Señor nos acompaña, y en su amor nos guiará.
Sigamos el ejemplo de Abraham, en su valentía y devoción,
Y en nuestros corazones, cultivemos la fe y la oración.
Que la batalla de los reyes, sea un recordatorio eterno,
De que en Dios está nuestra victoria, y en su amor, nuestro refugio tierno.
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